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Algunos
investigadores apuestan a la inmunidad pasiva y entre ellos el laboratorio Eli
Lilly que está muy avanzado pues entró a la fase 3 y final de su estudio de un fármaco
hecho con anticuerpos para prevenir el contagio.
La prueba, que involucrará a 2.400 personas en total, comenzó entre la población en peligro de hogares para ancianos e instalaciones con asistencia médica, además de los cuidadores y enfermeros que trabajan allí.
“Los
tratamientos de anticuerpos podrían llegar al mercado antes que una vacuna”,
destacó la revista del Instituto de Tecnología de Massachusetts, MIT Technology
Review. El objetivo es evaluar dos aspectos de la eficacia y la seguridad en la
prevención del contagio de COVID-19 si una sola dosis del anticuerpo reduce la
tasa de infección en cuatro semanas y si modera las complicaciones del
coronavirus a lo largo de ocho semanas.
El trabajo se realizó en colaboración AbCellera, firma canadiense de biotecnología, y el Institutos Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos, que dirige Francis Collins. “Al igual que los anticuerpos naturales, el anticuerpo de Lilly debería adherirse al virus y bloquearlo”.
La diferencia entre una vacuna contra el coronavirus y este tratamiento con anticuerpos radica en que la primera consiste en una forma de inmunización activa y el segundo, una forma de inmunización pasiva.