Recientemente se han dado a conocer casos de profesionales de la salud que han dado positivo a COVID-19 luego de vacunarse contra este virus. Sin embargo, hay que recordar que todas las vacunas que se utilizan en la actualidad contra el SARS-CoV-2 han superado estudios rigurosos para garantizar que sean lo más seguras posibles.
Durante
los ensayos clínicos la vacuna de Pfizer-BioNTech se demostró que tiene
alrededor del 95 por ciento de efectividad comenzando 28 días después de
recibir la primera dosis. Lo que significa que algunas personas inmunizadas
pueden contagiarse en este periodo, ya que la inmunidad de la vacuna no se
activa de inmediato.
La
inmunidad no se genera automáticamente después de recibir una vacuna, pues el
cuerpo necesita algunas semanas para producir glóbulos blancos que actúan como
defensa, anticuerpos que atacan las partes del virus, así como linfocitos T que
atacan a las células del organismo que ya están infectadas, describe los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
La vacuna contra el COVID-19 ayuda al organismo a desarrollar inmunidad contra el SARS-CoV-2 sin tener que contagiarse previamente, ya que el cuerpo se queda con un suministro de linfocitos T o células de memoria, como también se le conocen, lo cual le permite recordar al cuerpo cómo combatir al virus en un futuro.
La
mayoría de las vacunas contra el COVID-19 se aplican en dos dosis, la primera
comienza a generar protección, mientras que la segunda se aplica semanas
después para alcanzar la máxima protección.
Los
expertos señalan que, después de la vacunación, el proceso de generar inmunidad
puede causar síntomas como fiebre. Sin embargo, es completamente normal, pues
es una señal de que el cuerpo está desarrollando inmunidad.