Cuando una
persona habla, tose, estornuda, se ríe o incluso respira, expulsa de su boca y
nariz pequeñas gotas respiratorias al aire circundante llamadas aerosoles. La
más pequeña de estas gotitas puede flotar durante horas en el aire y cada vez
se acumulan más estudios científicos que aseguran que las mismas pueden portar
el coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia.
Estas son algunas de las razones que apoyan colectivamente la hipótesis de que el SARS-CoV-2 se transmite principalmente por vía aérea:
Contagio de largo alcance: Nueva Zelanda ha documentado un contagio entre dos personas que no llegaron a cruzarse siquiera, provocado por la mala ventilación en un hotel con personas en cuarentena.
Interiores: Desde el comienzo de la pandemia se sabe que los lugares cerrados son unas veinte veces más proclives a producir contagios que los exteriores y que el riesgo se reduce notablemente con la ventilación en los interiores, lo que sugiere la existencia de una ruta de transmisión aérea, que se disuelve con aire en circulación.
Transmisión asintomática o presintomática: El papel determinante que tienen los contagiadores sin síntomas apoya “un modo de transmisión predominantemente aéreo”, según estos científicos, porque “las mediciones directas muestran que hablar produce miles de partículas de aerosol y pocas gotas grandes”.
Rastros en filtros de aire: Los científicos han encontrado trazas del coronavirus en sistemas de aire acondicionado y conductos de edificios, “lugares a los que solo se podía llegar mediante aerosoles”. Es más, se investiga el uso de estas trazas de coronavirus en los filtros de aire como sistema de alerta de la presencia de contagios en un área.