Los virus simplemente,
cuando infectan una célula, de forma casi automática, comienzan a
multiplicarse, algo que incluye la copia de su información genética.
Durante el proceso de copia es frecuente que aparezcan errores, que, si bien muchas veces no tienen ningún efecto, en ocasiones producen cambios en alguno de los aminoácidos que componen las proteínas del virus.
Como
consecuencia, la estructura tridimensional de estas macromoléculas se puede ver
alterada, y con ella las propiedades del virus.
Hay varias formas por las que un virus puede mejorar su transmisión. Una de ellas es aumentar su capacidad de interacción con el receptor celular, la molécula que le permite su entrada en la célula.
La buena
noticia es que la mayor capacidad de contagio no suele asociarse a aumentos de
letalidad. Las variantes del SARS-CoV-2 que más inquietud causan actualmente,
debido a la rapidez con la que se están expandiendo, son la británica, la
sudafricana y la brasileña, denominadas así por el lugar donde primero se
detectaron.