Las
principales variantes del COVID-19 a las que ahora se sumó la india, se han
convertido en una de las principales preocupaciones de los científicos por el
temor a que dificulten una salida de la pandemia. De momento, tres variantes se
consideran preocupantes, según la denominación oficial de la Organización
Mundial de la Salud, debido a que podrían ser más contagiosas.
Se trata de las detectadas primeramente en Inglaterra, Sudáfrica y Japón (pero en viajeros procedentes de Brasil, de ahí su nombre común de “variante brasileña”) y circulan, respectivamente, en al menos 139, 87 y 54 países, según datos de la OMS del 27 de abril.
Paralelamente,
hay una segunda categoría de variantes de interés, cuyas características genéticas
obligan a vigilarlas.
Todas estas
variantes están clasificadas por familias, según las mutaciones que han
adquirido, ocupan un lugar preciso en el árbol genealógico del virus de origen
SARS-CoV-2.
Por ejemplo, las variantes inglesa, sudafricana y brasileña comparten una mutación denominada N501Y que se sospecha podría volverlas más contagiosas.
Y las
variantes sudafricana y brasileña tienen otra mutación en común, la E484K, que
reduciría la inmunidad adquirida por una infección pasada o mediante una
vacuna.