Todos los
expertos coinciden en que los riesgos de contagio de coronavirus son mucho más
bajos al aire libre que bajo techo, pero aun así, ese riesgo no se elimina.
El aire libre es más seguro porque el propio aire dispersa y diluye el virus y ayuda a evaporar las gotas en las que se transporta. No sólo el aire: la luz solar ultravioleta elimina, o el menos debería ser capaz de hacerlo, cualquier virus.
Las gotas
caerán rápidamente al suelo, pero pueden alcanzar las mucosas de otras personas
si están a menos de dos metros de distancia. Pero además, la persona infectada
también libera partículas más pequeñas, llamadas aerosoles, si bien en el
exterior deberían dispersarse rápidamente.
Por eso el peligro es escaso cuando nos cruzamos con una persona, porque pasa muy poco tiempo como para que pueda haber contagio.
Según Cath
Noakes, asesora del gobierno británico, alguien tendría que toser directamente
y que inhalaras en el momento equivocado para que ocurriera un contagio.