La
humanidad lleva más de un año combatiendo al coronavirus y en muchos casos
tampoco sabemos si nos rodea un contagiado sin síntomas.
En esta
pandemia, se ha demostrado que los interiores mal ventilados son los entornos
de mayor peligro, porque las partículas con virus pueden quedarse en suspensión
hasta que alguien las respire.
Entrar en un espacio cerrado en el que hay otras personas supone un riesgo si no sabemos si contiene aire que ya ha sido respirado. Dejar dos ventanillas abiertas unos centímetros mientras conducimos genera una ventilación cruzada que renueva el aire constantemente. El aire respirado desaparece y las probabilidades de contagio son bajas.
Al respirar
exhalamos CO₂. En exteriores se diluye rápidamente y el riesgo de contagio es
muy bajo porque no hay aire que ya haya sido respirado por otra persona.
Mediciones en más de 20 centros educativos demuestran que solo la ventilación constante, natural o mecánica, de los espacios cerrados mantiene bajo el riesgo de contagio.