Según
advierte el Dr. Landecho, la obesidad en sí misma y sus consecuencias (especialmente
la diabetes tipo 2) son los factores que aumentan el riesgo de desarrollar
COVID-19 más grave y una vez contraída la infección, eleva las posibilidades de
fallecer.
Los pacientes con obesidad intervenidos mediante cirugía bariátrica y que como consecuencia, dejan de tener obesidad, “tienen mejor pronóstico que los pacientes con obesidad que continúan teniendo esta enfermedad”.
La obesidad
produce una alteración de la respuesta inmune, que se corrige también mediante
la cirugía bariátrica. “Estamos llegando tarde a las complicaciones de la
obesidad, lo que eleva el riesgo sumado al mayor sedentarismo provocado por el
confinamiento y con la dificultada añadida de que el paciente se acostumbra a
ser mucho más sedentario que antes”, señalo el experto.
Ese cambio en el estilo de vida tiene impacto directo en el aumento de la mortalidad en pacientes con obesidad y en el crecimiento de la mortalidad, debida a un retraso en los diagnósticos o en los tratamientos de las enfermedades, un retraso en el manejo de la propia obesidad.