El estudio
británico, publicado en el British Medical Journal (BMJ), comparó los datos
médicos de 29 millones de personas que recibieron su primera dosis de
Pfizer-BioNtech u Oxford-AstraZeneca entre diciembre de 2020 y abril de 2021
con los de casi dos millones de personas que dieron positivo al
coronavirus.
La preocupación por los trombos frenó el uso de la vacuna de AstraZeneca, pero los investigadores descubrieron que, aunque existe un “mayor riesgo” de desarrollarlos tras ser vacunado, este es “mucho menor que el asociado a la infección por el SARS-CoV-2”.
El riesgo
de desarrollar una trombosis venosa es casi 200 veces mayor con el COVID-19
(12.614 casos adicionales entre 10 millones de personas) que con AstraZeneca
(66 casos adicionales).
En cuanto a la trombosis arterial, no se registró un exceso de casos para ninguna de las dos vacunas, pero se contabilizaron 5.000 casos adicionales entre 10 millones de personas infectadas con el coronavirus.
Una profesora
de epidemiología de Oxford también señaló que el aumento del riesgo de
desarrollar coágulos sanguíneos se concentra en periodos más “específicos
y cortos” con las vacunas (“de 15 a 21 días después de la
administración” con Pfizer para el ictus, “de 8 a 14 días para la
trombocitopenia con AstraZeneca”) que tras el contagio de COVID, donde el
riesgo se extiende “a más de 28 días después del contagio”.