Según el
estudio, publicado en la revista especializada The Lancet Psychiatry, la
ansiedad (17%) y alteraciones del humor (14%) son los diagnósticos más
frecuentes.
La incidencia de problemas neurológicos como las hemorragias cerebrales (0,6%), accidentes o derrames vasculares cerebrales (2,1%) y demencia (0,7%) es globalmente inferior, pero el riesgo es en general más alto entre pacientes que estuvieron gravemente enfermos de coronavirus.
Aunque el
riesgo a nivel individual de la mayoría de estos problemas neurológicos y
psiquiátricos es bajo, el efecto puede ser considerable para los sistemas de
salud debido a la amplitud de la pandemia, dice el profesor Paul Harrison de la
británica Universidad de Oxford, autor principal del estudio.
Muchos de estos problemas son crónicos, sostiene y aboga por dotar a los sistemas sanitarios con recursos para hacer frente a las necesidades. Al analizar los expedientes de salud electrónicos de 236.379 pacientes afectados por COVID-19, los autores concluyen que el 34% tuvo un diagnóstico de enfermedad neurológica o psiquiátrica en los seis meses siguientes a la infección.
Para el 13%
de las personas, se trataba del primer diagnóstico neurológico o psiquiátrico. El
riesgo de desarrollar problemas a largo plazo, secuelas conocidas como
“long COVID”, ha crecido en los pacientes hospitalizados por COVID severo.
Así, al 46% de los pacientes que estuvieron en reanimación registraron
problemas neurológicos o psiquiátricos seis meses después de estar infectados.