Una serie
de estudios académicos abordan la relación entre la caída del cabello y el
coronavirus, pero las causas, la duración y los tratamientos todavía no están
muy claros.
Una estudiante universitaria Janaina Corrêa, de 24 años, contrajo coronavirus en Macapá, en el norte de Brasil, en abril de 2020, cuando la enfermedad acababa de llegar a su país. Pasó dos semanas con fiebre, náuseas y dificultad para respirar. Pero la enfermedad no se quedó en estos síntomas.
“Además de
la persistente falta de aire y la fatiga, comenzó a notar que se le estaba
cayendo mucho cabello”. Su madre logró recuperarse, pero también comenzó a
experimentar una pérdida de cabello severa después de la infección. Varios de
sus conocidos reportaron el mismo síntoma.
Hoy, casi
un año después de su infección, el cabello de Janaina ha recuperado su volumen.
Hasta el momento, no hay indicios de que la pérdida de cabello asociada con la
covid-19 requiera tratamientos diferentes a los adoptados normalmente para el
efluvio telógeno y la alopecia areata.
En general, no hay necesidad de tratamiento para el efluvio telógeno, ya que el cabello crecerá por sí solo si deja de existir la razón ligada a su pérdida, como la COVID-19 o el estrés severo.
Pero,
dependiendo de la longitud del cabello, pueden pasar años hasta que el volumen
vuelva a la normalidad. Además, esta fuerte caída puede ser recurrente si
retorna el factor vinculado a su origen.