Taiwán ha
sido ampliamente halagdo por su gestión de la pandemia, con una de las tasas de
coronavirus más bajas del mundo y la vida en la isla ha vuelto en gran medida a
la normalidad. Únicamente 11 personas han muerto por COVID-19 en Taiwán desde
que comenzó la pandemia, una hazaña impresionante para un país donde nunca fue
impuesto un confinamiento.
Ante la llega del COVID el gobierno taiwanés actuó rápidamente para cerrar sus fronteras. El 20 de enero de 2020 estableció un Centro de Comando Central de Epidemias para coordinar la cooperación entre diferentes ministerios y agencias gubernamentales, y entre el gobierno y las empresas.
Compararon
la efectividad estimada de dos tipos de políticas para el coronavirus en los
primeros meses de la pandemia: medidas basadas en casos y basadas en la
población.
Las medidas
basadas en casos incluyen la detección de personas infectadas mediante pruebas,
el aislamiento de casos positivos, el rastreo de contactos y la cuarentena de
los contactos cercanos durante 14 días.
Las medidas basadas en la población incluyeron políticas para uso de mascarillas, higiene personal y distanciamiento social. Los efectos de estas políticas se cuantificaron estimando el número de reproducción efectivo (número R). El número R es una forma de calificar la capacidad de propagación de una enfermedad infecciosa.
Los autores
concluyeron que fue la combinación de políticas basadas en casos y políticas
basadas en poblaciones, junto con una adherencia generalizada de los
habitantes, lo que llevó al éxito de Taiwán para contener el virus.