Machu Picchu está hundiéndose al menos 15 centímetros cada año, este deterioro progresivo, atribuido al creciente número de visitantes que acuden a este tesoro histórico, el cual ha llevado algunas medidas para poder salvaguardar la integridad de este sitio arqueológico.
La icónica ciudad inca, situada en las elevadas montañas peruanas, enfrenta un fenómeno poco conocido, pero crucial: su suelo se hunde a un ritmo asombroso de aproximadamente 15 centímetros anuales.
Machu Picchu está experimentando un hundimiento de tal magnitud, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de uno de los destinos turísticos más emblemáticos del mundo.
Es por ello que las autoridades peruanas han respondido con acciones concretas, al punto de la prohibición del ingreso de turistas que utilicen tacones o zapatos de planta dura. Puesto que ahora, solo se permite el acceso a personas con calzado de suela suave o goma, una medida destinada a reducir el impacto directo sobre el suelo de este sitio declarado Patrimonio de la Humanidad.
La restricción de calzado no es la única estrategia empleada para solucionar el problema, sino que también se han implementado medidas más ingeniosas, como la instalación de parrillas drenantes en puntos estratégicos de Machu Picchu. Estas parrillas no solo contribuyen a prevenir la erosión del suelo, sino que también ayudan a controlar el flujo de agua, especialmente en épocas de lluvias intensas, minimizando así el impacto ambiental.