El nuevo
coronavirus, el SARS-COV-2, como sucede con otros tipos de virus, no provoca
exclusivamente un daño respiratorio; de hecho se ha descrito afectación
neurológica, cardiovascular, renal y en otra serie de órganos. Concretamente, a
nivel cardíaco se estima que hay daño en 1 de cada 5 pacientes hospitalizados.
“Nos referimos a los pacientes ingresados, por lo tanto con cuadros más graves, que afortunadamente no son la mayoría, ya que lo frecuente es una infección con síntomas leves, que pueden resolverse en casa o, incluso, de forma completamente asintomática”.
Últimamente, se ha publicado como un hallazgo bastante frecuente la aparición de trombosis, coágulos en los vasos sanguíneos, que son más habituales en el paciente en situación crítica, pero a veces también son detectadas en aquellos pacientes con cuadros más leves.
Esto ha generado el debate sobre qué enfermos deben recibir tratamiento con medicamentos anticoagulantes.
Las
infecciones virales ponen en marcha nuestra respuesta inmunitaria para
defendernos, provocando la liberación a la sangre de distintos mediadores
inflamatorios, como las citocinas. Estos mediadores interaccionan con las
plaquetas y las proteínas de la coagulación y pueden favorecer un desequilibrio
en el sistema que controla la coagulación de la sangre.