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Si bien las mascarillas de tela o papel pueden ayudar a controlar la propagacion del coronavirus, pero pueden resultar insuficientes para el personal sanitario que trabaja en cuidados intensivos.
La forma más práctica de cubrirse la cara es la máscara quirúrgica, que generalmente está hecha de tres capas de tela o papel. Estas mascarillas son resistentes a las pequeñas gotas que se desprenden por la tos o los estornudos, pero ofrecen poca protección contra las partículas virales, que tienen un tamaño de alrededor de 100 nanómetros.
“Un tapabocas, que cubre la nariz y la boca pero que no se ajusta bien a la cara, es una barrera para las partículas que podrías expulsar”, explica la doctora Nikki McCullough, jefe de seguridad de 3M, uno de los mayores proveedores mundiales de elementos de protección respiratoria.
Las mascarillas también conocidas como respiradores, que no debe confundirse con el respirador o ventilador mecánico, están diseñadas para ajustarse firmemente a la cara y requieren un proceso de ajuste riguroso. “Cuando inhalas, todo el aire pasa a través de un filtro, y ello ha sido probado con un estándar de rendimiento”, afirma McCullough.
Las N95 y N99 filtran el 95% y el 99% de las partículas respectivamente , mientras que las N100 eliminan el 99,97%. Similar a una máscara FFP3 en efectividad pero ciertamente no en apariencia, tenemos las mascarillas purificador de aire con casco o máscara de buceo, explico la doctora.