Hacerse un té directamente con el agua caliente que sale del grifo no es buena idea. Tampoco lo es utilizarla para acelerar el punto de ebullición en una olla o microondas. Si estamos en la cocina, lo recomendable es utilizar siempre el agua fría.
La razón es simple, al pasar el agua caliente por la tubería arrastra partículas que no desaparecen al hervir el agua, y las ingerimos. Evidentemente, si se usa directamente el agua caliente del grifo, depende de la instalación que uno tenga en casa, es más fácil que arrastre elementos de sus tuberías.
Ahí reside una de las claves: el tipo de material del que estén hechas las tuberías de nuestra casa. Las tuberías pueden ser de plomo, hierro, cobre o distintos tipo de PVC.
Si haces ahora una reforma, lo habitual es que las pongan de monocapa (PVC), un material más flexible y cómodo para hacer la instalación. Atrás quedaron el resto por distintas razones. Entre ellas, porque el plomo es más caro.
Sabemos que el agua fría disuelve poco y el agua caliente disuelve más los componentes. Es una evidencia. Si en una casa hay tuberías de plomo, es más fácil disolver un poco de plomo en el agua si se hace con agua caliente. Si en la casa no hay tuberías de plomo, el impacto es menor, pero también existe.
Donde realmente se utiliza agua caliente es en la ducha o el baño. No es lo mismo porque no es habitual ingerirla durante el aseo. Los metales, en general, no entran en el cuerpo por la piel sino por ingestión.