Se trata la
historia de un niño llamado Mateo de 11 años, quien se despierta todos los días
a las 6 de la mañana, desayuna y junto a su padre preparan chipas para salir a
vender por las calles de Félix de Azara y Santa Fe.
Entre estudio y trabajo pasa las mañanas hasta la 1, come para luego entrar a la escuela. Va a sexto grado en la Inmaculada Concepción ubicada en el tradicional barrio de Villa Urquiza, y comento que cuando sea grande quiere ser ingeniero comercial, además, es deportista, hace taekwondo, le gusta editar y crear videos y su sueño es viajar por el mundo junto a su papá.
Marcos, su
padre, contó que día a día se ganan el pan con mucho esfuerzo, ya que la
pandemia le afecto mucho y le cuesta pagar el alquiler y las cuentas para poder
vivir. La mamá del niño quedó en Paraguay y hace mucho que no la ven, por eso,
él se hace cargo solo de Mateo, lo acompaña y lo cuida. “Es un niño muy
inteligente, doy gracias de tenerlo”, afirmó.
“Vengo siempre con mi papá, le ayudo, le acompaño y aprovecho mi tiempo libre para estudiar. Cuando sea grande quiero ser ingeniero comercial, quiero exportar productos de Argentina a otros países, a Estados Unidos, por ejemplo, por eso estoy estudiando mucho inglés”, explicó el niño.
Con
respecto al yeso que tiene en el brazo explicó que: “Estaba andando en patines,
el cordón se me metió en las ruedas y ahí me caí y me rompí el brazo y este
yeso me lo pusieron el hospital”.