Investigadores de la Universidad de Chicago (EE.UU.) han descubierto que la disminución del sentido del olfato a lo largo del tiempo no sólo puede predecir la pérdida de la función cognitiva, sino que también puede prever cambios estructurales en regiones del cerebro importantes en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer y la demencia.
Los resultados, basados en un estudio longitudinal de 515 adultos mayores, publicados en Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association, podrían conducir al desarrollo de pruebas olfativas para detectar antes el deterioro cognitivo en los pacientes.
Los hombres fueron evaluados anualmente para la identificación de su capacidad olfativa, la función cognitiva y el diagnóstico clínico de demencia. Se cuantificaron los volúmenes de sustancia gris en una submuestra transversal de 121 sujetos. Los modelos de regresión se ajustaron por el genotipo APOE-ε4, los factores de riesgo de demencia y los datos demográficos.
Los resultados mostraron que un declive olfativo más rápido, durante los periodos de cognición normal, predecían una mayor incidencia de deterioro cognitivo leve o demencia posteriores y un volumen de sustancia gris más pequeño en las regiones con enfermedad de Alzheimer y déficit olfativo.
Por ello concluyen que el rápido declive olfativo durante la cognición normal, utilizando mediciones olfativas repetidas, es capaz de predecir el posterior deterioro cognitivo, la demencia y las pérdidas de sustancia gris más pequeñas, destacando su potencial como un simple biomarcador para la detección temprana del Alzheimer.