Foto: elceo.com
El SARS-cov-2, el tipo de coronavirus que causa la enfermedad COVID-19, se extiende rápidamente por todo el mundo y la gran mayoría de la población es aún vulnerable al contagio. Los expertos coinciden que una vacuna podría servir como protección duradera para los humanos, lo que permitirá que las medidas de confinamiento de levante más rápido y de forma más segura.
Cerca de 80 grupos de investigadores trabajan a un ritmo acelerado para desarrollar esta vacuna. Sin embargo esta llena de obstáculos y aún paso en falso puede ser incluso catastrófico. Aunque hay varios tipos de vacunas, el principio de su funcionamiento siempre es similar: se trata de exponer al organismo a dosis seguras de un virus para que el sistema inmune lo reconozca y tenga listo un mecanismo de defensa ante un posible contagio.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos explica que hay cuatro tipos de vacunas:
- Vacunas vivas atenuadas: utilizan una forma debilitada del germen que causa la enfermedad
- Vacunas inactivadas: utilizan una forma muerta del germen que causa la enfermedad
- Vacunas de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas: utilizan partes específicas del germen, como su proteína, que le permiten atacar a un organismo
- Vacunas con toxoides: utilizan una toxina fabricada a partir del germen que causa una enfermedad. Crean inmunidad a las partes del germen.
Luego de que un laboratorio logre diseñar una vacuna, su candidata debe superar un largo y riguroso proceso en el que se compruebe que es segura y efectiva para los humanos. Antes de cualquier prueba clínica en humanos, la vacuna debe superar una “fase 0” o preclínica, que incluye pruebas in vitro y en animales como ratones.