La ira es
una emoción que todo ser humano ha sentido alguna vez en la vida, pues es
innata y garantiza la supervivencia. No obstante, la misma puede ser
perjudicial para el individuo, especialmente si se experimenta de forma intensa
y frecuente y se expresa de forma inadecuada.
- Ira interna: consiste en la constante represión y negación de los pensamientos y los recuerdos relacionados con la situación que provoca la ira. Incluso, los sentimientos de enojo, rabia y/o furia también pueden ser reprimidos o rechazados.
- Ira externa: la ira se manifiesta mediante agresiones verbales o físicas hacia otras personas u objetos.
- Control de la ira: se basa en la búsqueda y puesta en marcha de estrategias para resolver el problema, así como también para reducir la intensidad y la duración de la ira.
¿Cómo
liberar la ira?
Aprende a relajar tus músculos: Se cree que un entrenamiento en relajación muscular progresiva ayudaría a liberar la ira de forma adecuada. Esta técnica consiste, en líneas generales, en contraer paulatinamente todos los grupos musculares para luego relajarlos.
Acepta la ira y reconócela: La ira debe ser reconocida y aceptada como una reacción normal, sentir esta emoción no está mal; en su lugar, lo que sí se juzga es lo que cada uno hace con ella.
Intenta comprender la situación y enfócate en solventar el problema: Controlar o trasformar la ira no implica olvidar el problema o ignorar la injusticia. Éstas pueden resolverse mediante conductas asertivas que no implican alzar la voz, agredir o violentar al otro.
Haz de la meditación una práctica: La meditación sería efectiva para liberar la ira, ya que propicia flexibilidad cognitiva (capacidad de considerar otras perspectivas o puntos de vista), la aceptación de las emociones negativas y el desprendimiento de los prejuicios; además, disminuye la tensión en el cuerpo.