Tomado de: popularmechanics.com
La popular «app» que envejece el rostro no es inofensiva: vulnera la privacidad de quien la descarga. La empresa dueña dice borrar las imágenes a las 48 horas pero, pese a que no es la única que solicita acceso a información personal, la polémica ha servido para recordar la importancia de la protección de datos.
FaceApp ha reabierto el debate sobre la comercialización de los datos personales de los usuarios por parte de las aplicaciones y los servicios digitales más populares. La «app» está arrasando en internet gracias a su filtro de retoque digital, que permite simular el paso del tiempo en una persona: envejecerla en cuestión de segundos. Sus resultados son sorprendentes, hasta el punto que es el fenómeno viral del momento, especialmente entre los famosos. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Y es que el servicio genera numerosas dudas, especialmente en lo que se refiere a su política de privacidad.
Esta, de entrada, no se ajusta al completo a las exigencias vigentes en el Reglamento General de Protección de Datos. La letra pequeña de la «app» oculta detalles preocupantes; ya que se reserva el derecho de usar la información personal de los usuarios y las fotos que hagan con fines comerciales, aunque promete que no los vende a terceros sin el consentimiento del usuario. A su vez, se garantiza el acceso a dichos datos a todas las firmas del grupo ruso Wireless Lab, la propietaria de FaceApp, así como a aquellas compañías desconocidas que se conviertan en «afiliadas».
Las cláusulas de uso de la aplicación establecen, de una manera bastante ambigua y superficial, que los usuarios otorgan a la empresa una «licencia perpetua, irrevocable, no exclusiva, sin royalties, totalmente pagada y con licencia transferible» para «usar, reproducir, modificar, adaptar, publicar, traducir, crear trabajos derivados, distribuir, realizar públicamente y mostrar» los resultados obtenidos. La «app» solicita, entre otras cosas, acceso al carrete fotográfico, según apuntario grupos de analistas de seguridad en los primeros días, aunque una investigación posteriormente lo puso en duda: en principio, solo accede a la imagen que se va a tratar digitalmente. No obstante, el servicio permite utilizarse sin la necesidad de registrarse, aunque ofrece, siendo este su verdadero modelo de negocio, la posibilidad de suscribirse para obtener mejoras.
Disponible 48 horas
Sin embargo, Wireless Lab ha defendido que la mayoría de las fotos subidas se eliminan de sus servidores a las 48 horas. Los expertos creen que el problema adicional de este tipo de aplicaciones es que obligan al usuario a entregar demasiados datos personales. «Los términos de uso son una plantilla que aparece por internet. Lo tienen miles de páginas. Son términos genéricos que aparecen por la Red. No incluye nada sobre la normativa de protección de datos actual, recogida por el Reglamento General de Protección de Datos, ni tampoco de lo que obliga la ley a incluir. Fiabilidad no me ofrece ninguna», dice a ABC Samuel Parra, jurista digital.
«Cuando los usuarios descargan esta aplicación no tienen un acceso fácil a sus términos y condiciones y a su política de privacidad, la cual no se actualiza desde enero de 2017, tienen que consultarlo en la web. Esto hace que casi nadie se pare a consultar qué información se va a compartir con la aplicación y cuál es el uso que va a hacer de ella», añade a este diario Sergio Maldonado, director de la firma de gestión de datos en PrivacyCloud.
Tomado de: abc.es