Por lo general, la hiperqueratosis, popularmente llamada callos o durezas, ha sido asociada a pies que han sufrido. Pero ahora un estudio asegura que tienen un efecto beneficioso en los pies de los que caminan descalzos, ya que no comprometen la sensibilidad ni la marcha, mientras que el calzado puede reducir la capacidad de percibir estímulos.
La investigación, elaborada en colaboración entre la Universidad de Harvard y la de Liverpool, y publicada en la revista Nature, llegó a la conclusión que los zapatos acolchados reducen la sensibilidad y alteran la fuerza transmitida desde los pies hasta las articulaciones.
En tanto, el calzado con suelas delgadas y más rígidas, como mocasines o sandalias, se asemejaría más a la sensación de andar descalzo, que provoca callos gruesos en los que generalmente se mueven desprovistos de zapatos.
Este tipo de protuberancias se desarrollan para ofrecer protección en superficies incómodas o resbaladizas, destacaron los investigadores, quienes estudiaron los pies de 81 adultos kenianos y 22 estadounidenses, recoge 20 Minutos.
El estudio además confirmó que los callos tienden a ser más gruesos y más duros en las personas que habitualmente caminan descalzas, en contraposición con las que lo hacen calzadas. Sin embargo, demostraron, en contra de algunas teorías sostenidas hasta ahora, que el grosor de los callos no altera la sensibilidad de los nervios en las plantas de los pies.
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