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Investigadores siguen estudiando las secuelas que el coronavirus está causando en los pacientes graves y que han pasado más tiempo hospitalizados.
La disfagia que significa dificultad para comer es una de las más frecuentes, más de la mitad de las personas con el virus han requerido intubaciones prolongadas para ventilación mecánica que están presentando disfagia orofaringea.
Una especialista explico, que la intubación sobre todo si es prolongada, puede producir disfunción en el aparato deglutorio que impida a la persona alimentarse de forma correcta y segura, debido a que no puede tragar con normalidad, además de la intubación, también hay otros factores que contribuyen a esta disfagia.
Diagnosticar esta disfagia en los pacientes que se están recuperando del COVID-19 y tratarla correctamente desde el principio mejorará la calidad de vida de las personas y evitará complicaciones importantes como la malnutrición y la deshidratación, así como el riesgo de neumonía aspirativa.
En algunos pacientes con COVID-19 que han sido desintubados, la disfagia revierte sola, y el paciente a los tres días o una semana recupera su capacidad deglutoria. Sin embargo, “hay casos en los que este problema para tragar de manera eficiente y segura persiste hasta seis meses.