Ortiz Paz, un joven talentoso con grandes aspiraciones desde su infancia, compartió su inspiradora historia de búsqueda de la fama a través de la música. Desde temprana edad, Paz tenía un deseo ardiente de destacar en el mundo del entretenimiento, ya sea a través del canto, la actuación o incluso el boxeo. “¡Quería ser algo! Y sí se puede, nada más no te puedes rajar. Era mi sueño ser alguien y por eso luché”, declaró con pasión.
Rememorando sus primeros pasos en el mundo de la música, Ortiz Paz mencionó que sus influencias musicales incluían corridos como “El baleado” de Larry Hernández, “El corrido del katch” en la versión de El compa Chuy y “Chuy y Mauricio” de El potro de Sinaloa. Estos temas resonaron profundamente en su corazón y lo motivaron a explorar su propio talento musical.
La carrera musical de Jesús Ortiz Paz dio un giro a los 17 años, cuando aún estaba en la escuela. “Yo era muy fan de Ariel Camacho, yo lo quería imitar, entonces cantaba en tonos altos y les enseñaba a mis camaradas… Se escuchaba pa’ la ver…, borré todo por vergüenza. Lo que saben, a los que les enseñaba en la escuela, que quería imitarlo”, compartió con una sonrisa.
Con el tiempo, Ortiz Paz decidió buscar su propio estilo y comenzó a cantar en tonos más bajos, encontrando su identidad musical única. Su pasión por la música lo llevó a un nuevo capítulo cuando un amigo de la escuela lo invitó a unirse a un grupo, asignándole la responsabilidad del bajo, un instrumento que inicialmente no sabía tocar. Sin embargo, no se rindió y buscó la ayuda de un maestro que le enseñó los aspectos básicos del instrumento.
La historia de Ortiz Paz es un testimonio inspirador de perseverancia y determinación para alcanzar los sueños, recordándonos que el camino hacia la fama puede estar lleno de desafíos, pero con pasión y esfuerzo, todo es posible.