El paso del tiempo va dejando una huella en nuestra piel, pero si a eso le sumamos factores como el estrés, el daño es más marcado.
En este artículo te cuento los efectos del estrés y cómo solucionarlos.
Somos conscientes de que el sol, la deshidratación, los malos hábitos, la alimentación poco saludable, etc., repercute en el mayor órgano que cubre nuestro cuerpo que es la piel y prestamos poca atención a factores emocionales que aunque no los sintamos de forma física sí nos pasan una factura psicológica y esto también repercute en nuestro organismo y en consecuencia en nuestra piel.
Gran parte de las mujeres en edad adulta son personas “multitarea” que reparten su vida entre el trabajo, la casa, los niños. Esto genera una gran dosis de estrés diario, porque realmente el tiempo y el descanso parecen no llegar nunca.
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Esto supone un estado de estrés emocional que tiene su reflejo en la piel. Los daños que el estrés causa en nuestra piel a lo largo de los años son claros. El estrés produce un desequilibrio hormonal y lleva a nuestro organismo a producir cortisol, conocida como “la hormona del estrés”.
De este modo, nuestro cuerpo produce otras hormonas con diferentes objetivos y el exceso de éstas conlleva a un desequilibrio que afecta directamente a la piel.
Los efectos del estrés en la piel
1. La piel pierde luminosidad
La piel va perdiendo su brillo porque el flujo sanguíneo se ralentiza porque el corazón necesita bombear más sangre para hacer frente al estado que provoca el estrés en el organismo. En consecuencia, los nutrientes que deberían llegar a la piel a través de la sangre se acumulan en los músculos, porque vivimos con más tensión.
2. Flacidez
Otra consecuencia de la ralentización del flujo sanguíneo que llega a la piel provoca que la dermis no reciba tanta cantidad de nutrientes e hidratación como necesitaría, esto conlleva a la pérdida de firmeza que se puede apreciar en la flacidez de la piel en determinadas partes de nuestro cuerpo.
3. Piel deshidratada
Los nutrientes que transporta la sangre y que al mismo tiempo la mantienen húmeda escasean, y además se produce la evaporación de líquidos, todo ello provoca la deshidratación de la piel, que es un desencadenante directo para la aparición de arrugas.
4. Acné en la adultez
A pesar de haber superado hace años la adolescencia, el estrés puede provocar la aparición de acné en las mujeres adultas. Esto se debe a que la tensión con la que vivimos provoca una respuesta en el cuerpo de tipo inflamatoria que conduce a que los poros de la piel se obstruyan y después se rompan.
Con esto, el estrés hace que las mujeres liberen más andrógenos (hormonas sexuales masculinas) lo que genera la aparición de espinillas.
5. Bolsas y ojeras
Aunque las bolsas y ojeras suelen tener un fuerte componente genético, estas pueden aparecer o aumentar con una forma de vida en exceso acelerada o estresada.
La falta de sueño, debido a los malos hábitos y otros al insomnio provocado por el nerviosismo que no nos deja descansar, conlleva a una falta de descanso que incrementa la acumulación de líquido bajo los ojos, las bolsas, y el color violáceo propio de las ojeras.
6. Envejecimiento Prematuro
Los efectos del estrés sobre la piel provocan un envejecimiento más acelerado que el del paso del tiempo.
Se puede hablar de un envejecimiento prematuro que, además de sus dañinas consecuencias sobre la piel, también se pueden mostrar en un aumento del número de canas en nuestro cabello o incluso en un ensanchamiento de la mandíbula por el rechinamiento de los dientes, tan característico de un estado de estrés.
Tomado de:nuevamujer.com