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La terapia
de anticuerpos monoclonales, es un tipo
de fármaco que puede utilizarse tanto para prevenir la infección como para
tratarla una vez que la enfermedad se ha desarrollado.
Cuando nuestro cuerpo detecta la presencia de un antígeno, en este caso el SARS-CoV-2, el sistema inmunitario produce anticuerpos, unas proteínas destinadas a neutralizar a ese antígeno en particular, con el objetivo de evitar que penetre en nuestras células, secuestre su mecanismo y se reproduzca.
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Los
anticuerpos monoclonales son copias sintéticas creadas en el laboratorio a
partir de un clon de un anticuerpo específico, hallado en la sangre de una
persona que se ha recuperado de coronavirus.
“A diferencia de una vacuna, que introduce una proteína o material genético en nuestro organismo para estimular al sistema inmune para que genere anticuerpos, estos son anticuerpos que se le suministran al cuerpo para brindarle protección”, explica Jens Lundgren, médico especializado en enfermedades infecciosas de la Universidad de Copenhague y del hospital Rigshospitalet, en Dinamarca.
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“Desde una
perspectiva terapéutica, estos anticuerpos son relativamente similares a la
terapia de plasma convaleciente, en la que el paciente recibe plasma de una
persona recuperada, pero constituyen una forma mucho más moderna y
depurada”, explicó Gigi Gronvall, profesora especializada en inmunología
del Centro Johns Hopkins de Seguridad Sanitaria en Estados Unidos.