Los
microbios se encuentran en todo nuestro entorno y cuando una persona es
susceptible a ellos, entran en su organismo y pueden provocar enfermedades que,
incluso, llevan a la muerte.
Sin embargo, el cuerpo humano tiene muchas formas de defenderse contra estos patógenos (organismos causantes de enfermedades). La piel, mucosas, entre otros, actúan como barreras físicas para impedir que entren al organismo.
Cuando
estos patógenos actúan, el sistema inmune del cuerpo se activa para atacarlos y
destruirlos o reducirlos. La parte de un patógeno que provoca la formación de
anticuerpos se llama antígeno y estos, a su vez, son una parte importante del
sistema inmune.
Estas contienen partes inactivas de un organismo específico (antígeno) que provoca una respuesta inmune en el cuerpo. Las vacunas más recientes contienen ‘instrucciones’ para producirlos por su cuenta.
A pesar de que la vacuna tenga el antígeno o las órdenes para que el cuerpo lo produzca, este no provocará enfermedad, pero inducirá al sistema inmune a responder como la que sería su primera reacción ante el patógeno real.
Cuando una
persona ya está vacunada contra una enfermedad, es altamente probable que esté
protegida contra la misma, sin embargo, muchas otras no se pueden vacunar, ya
sea por enfermedades preexistentes que debilitan su sistema inmune, por
ejemplo, cáncer o VIH, o porque tienen alergias a ciertos componentes de las
vacunas.