El
principal objetico de las vacunas contra el coronavirus que se están
administrando en todo el mundo es estimular nuestro sistema inmunológico para
que produzca una respuesta protectora contra el virus, particularmente mediante
la generación de anticuerpos.
Estos anticuerpos circulan luego en nuestra sangre hasta que sean necesarios para atacar y eliminar el COVID-19 rápidamente de nuestros organismos si nos infectamos.
La notable
capacidad de nuestro organismo para recordar encuentros pasados con
microorganismos infecciosos y retener defensas sólidas contra ellos se debe al
fenómeno de la memoria inmunológica.
Cuando el cuerpo se enfrenta a un nuevo desafío, ya sea una nueva infección o una vacuna, se reclutan células T y células B específicas para enfrentarlo. El cuerpo mantiene versiones memoria de estas células por si vuelve a encontrar al mismo microorganismo en el futuro.
Los
anticuerpos son proteínas y, como cualquier otra proteína, se descompondrán y
eliminarán naturalmente del cuerpo en unos pocos meses como máximo. Una vez que
la infección o la vacuna se ha eliminado por completo, las células B de memoria
ya no reponen la población de células plasmáticas, que disminuye.