Los perros han sido la mascota predilecta de los humanos a lo largo de los años. En consecuencia, las personas han seleccionado el tipo de raza que se acomoda más a su estilo de vida y al espacio en el que viven, impulsando la cría selectiva que desarrolló decenas de razas distintas, las cuales cuentan con diferentes particularidades físicas y psicológicas.
Como consecuencia de lo anterior, un estudio reveló que las modificaciones genéticas de los perros afectan su anatomía cerebral, provocando peligrosas consecuencias.
Durante un estudio llevado a cabo por el departamento de Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard, se realizaron resonancias magnéticas a 33 razas distintas de perros domésticos. Allí descubrieron que cada raza tiene una anatomía cerebral diferente pero que las variaciones no solo se relacionan con el tamaño del cuerpo o la forma de sus cráneos.
Los investigadores identificaron seis regiones del cerebro que cambiaban de tamaño en función del perro y que variaban cuando se encontraban juntas, eso los llevó a deducir que las partes se relacionaban directamente con el comportamiento.
Por otro lado, el equipo analizó la forma en que las distintas redes cerebrales variaban de acuerdo los rasgos para los que habían sido criados, concluyendo que cada una de las redes del cerebro tenía relación con, al menos, un rasgo del comportamiento.
Como conclusión se rescató que, por ejemplo, las razas de perros utilizados por la policía tienen diferencias significativas respecto a otras razas en la red cerebral relacionada con el olfato y la vista. Mientras que los canes criados para pelear mostraban cambios en la red que representa las respuestas al miedo y la ansiedad.
Según informó PlayGround, para los investigadores el hallazgo demuestra que se podría utilizar la neurociencia para afinar las habilidades específicas de las mascotas y mejorar sus capacidades para trabajar en labores de rescate, trabajo o las terapias.
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