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Para muchos de los ciudadanos las plataformas digitales se han convertido en la única forma en la que se puede trabajar, educar, entretener incluso para realizar diferentes ejercicios. Pero esto se trataría de un gran cambio cultural que sólo ha sucedido en pocas semanas y parece poco probable que desaparezca de lo noche a la mañana.
La cuarentena y sus condiciones, aceleran los grandes cambios estructurales que ya estaban en curso, las empresas que gozan de buena salud financiera y son capaces de dar a los clientes lo que quieren, prosperan. Sin embargo los más débiles que ya están lidiando con la caída de las ventas, el aumento de los costos y la intensa competencia se quedarán en el camino.
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Después del cierre, habrá un rebote inmediato de las ventas y es probable que las tiendas bajen los precios. Pero ese rebote puede ser de corta duración si las personas están desempleadas y no pueden gastar.
También la enseñanza se ha trasladado a online, con clases virtuales a una escala jamás vista, pero eso ha resaltado la preocupación de que la pobreza digital está marginando a algunos niños, aun en economías desarrolladas, como Reino Unido, hay una minoría significativa que no tienen acceso inmediato a un dispositivo propio que puedan usar para sus deberes escolares.
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Esta solución temporal, sin embargo, podría terminar siendo implementada a largo plazo, en lo que sería uno de los legados de esta pandemia.
Las dificultades económicas pondrán presión a los vínculos sociales. El temor de nuestras normas de comportamiento habrán quedado infectadas por la angustia y la adversidad, lo cual podría hacer que las personas sean más egoístas y menos unidas.