Fue
en el año de 1954. Frente al notario de Talca, localidad de Chile, se presentó
un hombre de modales tranquilos y cierta elegancia. Era Jenaro Gajardo, pintor,
abogado y poeta. Unos años antes, ese hombre polifacético había fundado la
Sociedad Telescópica Interplanetaria. Su misión era brindar la bienvenida a los
primeros extraterrestres que pisaran nuestro planeta. Si bien al principio fue
objeto de todo tipo de burlas, la afiliación del reconocido obispo de Talca,
Manuel Larraín Errázuriz, le brindó a la sociedad cierto tono respetable.
Y
ese año de 1954, Gajardo Vera inscribía en el Conservador de Bienes Raíces de
Talca la propiedad de la luna, utilizando la forma legal de la época para
inscribir terrenos sin dueño, de esta manera:
«JENARO
GAJARDO VERA, abogado, poeta, es dueño desde antes del año 1857, uniendo su
posesión a la de sus antecesores del astro, satélite único de la Tierra, de un
diámetro de 3.475,99 kilómetros, denominado Luna, y cuyos deslindes por ser
esferoidal son: Norte, Sur, oriente y poniente: espacio sideral. Fija su
domicilio en calle 1 oriente 1270 y su estado civil es casado. Talca.
(Firma)
Jenaro
Gajardo Vera
Carné 1.487.45-K Ñuñoa
Talca, 25 de septiembre de 1954.»
En palabras del propio Gajardo, tenía un doble objetivo; por un lado, un acto poético de protesta, y por el otro, completar el requisito exigido para ser aceptado en el Club Social de Talca: poseer alguna propiedad. Pronto, la noticia corrió como un reguero de pólvora. Don Francisco, el famoso presentador de sábado Gigante, lo entrevistó a raíz del acontecimiento.
Fue años más tarde que, en su testamento, el hombre que fue dueño de la luna legaba su «propiedad» al pueblo chileno, así:
«Dejo a mi pueblo la luna, llena de amor por sus penas.»
Fuente: nosabesnada.com